domingo, 16 de octubre de 2011

Indignados contra la enfermedad sistémica

“Durante el recorrido, no faltaron reivindicaciones ya conocidas del movimiento, como la exigencia de "una democracia real" que no esté arrodillada ante el poder financiero. Sin embargo, ganaron protagonismo los gritos de protesta contra los tijeretazos en servicios públicos, como los acometidos por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.”
Extracto de Público, 15-O: La indignación de Sol contagia al resto del planeta
Este es un fenómeno que se viene observando desde que el gobierno Mas en Catalunya, el de Aguirre en Madrid, y el resto en sus respectivos territorios, han decidido afrontar sus presupuestos y sus maneras de hacer política atacando lo que no debían. Y es bueno manifestarse contra aquello que nos está dejando sin sanidad, sin educación pública, sin una pensión digna y sin tantas otras cosas, pero no podemos olvidar una cosa: una democracia real, un global change, sería mucho más que acabar con retallades o recortes.

Ayer, en Barcelona se pudo notar un equilibrio entre mensajes contra la banca y el cariz que han tomado sus actividades en los últimos tiempos –se podía oír un coro que entonaba un ingenioso equis banqueros se balanceaban sobre la burbuja inmobiliaria–, el malestar social causado por los recortes y otros ya clásicos como el “no les votes”, y esto no debería cambiar. La confluencia de mensajes de protesta, de indignación –por usar un término obligado– contra injusticias de diversos ámbitos no debería cambiar, pero sin olvidar que existe una cierta jerarquía con sus problemas causantes y sus consecuencias derivadas.

No podemos obviar que los recortes no dejan de ser un síntoma de un sistema a todas luces deficiente y erróneo, al menos en su planteamiento actual, y por supuesto de una forma concreta de hacer política con la que, por lo que se pudo ver ayer, mucha gente no está de acuerdo. No podemos dejar de protestar por el maltrato al Estado del bienestar que se ha puesto tan de moda entre nuestros políticos, pero sin abandonar la reivindicación de una democracia real, una democracia no sometida a los dictados del etéreo dirigente, el gran jefe de rostro deformado y desconocido, aquel al que llaman “los mercados”.

Porque los recortes son un síntoma, pero la enfermedad es el sistema –de neoliberalismo salvaje, de dictadura mercantil, de irresponsabilidad bancaria, de opacidad institucional y de muchas cosas más–. Tratar un síntoma no es más que una solución temporal hasta que vuelva a aparecer, probablemente con mayor fuerza, o se manifieste otro de mayor gravedad. Es por ello que no podemos dejar de vacunarnos contra el virus que lo causa, la auténtica enfermedad sistémica insostenible que, si se la deja seguir, terminará devorándolo todo.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Comprar, tirar, comprar: sobre la obsolescencia programada

Hace ya unos meses vi un buen documental sobre la llamada obsolescencia programada; esto es, la programación voluntaria del fin de la vida útil de un producto. O lo que es lo mismo, que muchas de las cosas que empleamos a diario tienen una “fecha de caducidad” implícita que obliga a comprar periódicamente un producto nuevo.

El documental –Comprar, tirar, comprar, de 52 minutos de duración– hace un recorrido histórico por esta “necesaria” costumbre para la producción en masa y el consumismo que, según afirma el documental, “ha definido nuestra vida desde los años veinte”. Una idea que llevó incluso a crear un cártel empresarial en 1924 cuyo objetivo era desarrollar lámparas incandescentes con una duración de 1000 horas, menos de la mitad de las 2500 que se había llegado a alcanzar ya por aquel entonces.

Finalmente, la historia llega hasta lo inevitable: el constante flujo de residuos que genera un sistema productivo que rehúye voluntariamente la eficiencia en pro de forrarse a costa del medio ambiente. Un sistema que tiene un resultado: toneladas de basura electrónica no reutilizable que acaban amontonándose en cualquier país del tercer mundo con un descaro que resulta clamoroso.
En la imagen, las consecuencias de desechar por sistema.

Más información en Wikipedia, en muchos artículos que seguro hay por ahí, y por supuesto en el documental.

lunes, 3 de octubre de 2011

Dilluns a la tarda

Mentre penso si és gaire probable que algú més s’hagi trobat en una situació semblant, o fins i tot si ho pot estar experimentant en aquest moment, els minuts segueixen avançant lentament davant dels meus ulls. És dilluns a la tarda, però ben bé hagués pogut estar diumenge, o dimarts, o gairebé qualsevol altre dia. Una tarda en què un sap, inconscientment, que no traurà profit de res que faci. Una tarda en què passa el temps, s’acaben les cançons, altres comencen, però qualsevol intent de fer quelcom útil –entenguem, en aquest context, útil per acadèmic, o si més no mínimament enriquidor d’alguna manera– mor inclús abans de ser plantejat seriosament.

No es tracta ben bé d’una sensació desagradable, però tampoc resulta còmode saber que aquests moments d’inconsciència desperta, d’hores entumides amb la mirada fixa a la pantalla, de desconnexió passiva de la realitat, no tornaran mai més –i això que mai he estat un gran representant de la doctrina carpe diem–. Es pot saber què em passa? D'on surt aquest estat que transcendeix la distracció, que se'n podria dir gairebé una concentració extrema en el no-res?

Potser simplement el cervell necessiti prendre’s una llicència somiatruites de tant en tant. En aquests moments en què no ets capaç ni tan sols de relaxar-te i llegir un bon llibre, o de mirar una pel·lícula, i pensar que ja faràs demà el que hagis de fer, de tant en tant m’agradaria saber la millor manera d'actuar per fer callar aquesta inquietud. Estirar-me al llit, mirant el sostre? Forçar-me a fer deures i experimentar quin efecte té en mi mateix –desagradable, probablement–? Intentar escriure'n i esperar que algú s’ho llegeixi?

Sigui com sigui, suposo que, de tant en tant, un es pot permetre somiar despert.

domingo, 2 de octubre de 2011

El enigma de la falla de Amigara

No, este post no trata sobre periodismo de lo desconocido ni comenzará con un bienvenidos a la nave del misterio o similares, sino que se trata de la recomendación de una obra de ficción –un manga, concretamente–. Dicho esto, y antes de que alguien se sienta engañado, que dé comienzo el post.

Después de comenzar un nuevo curso y volver a la rutina –básicamente, a hacer cosas en general– llega el momento de ir cogiendo ritmo y comenzar a actualizar esto, que si no cada vez irá costando más. Solo mencionar dos cosas antes de entrar en materia: pretendo que esto sea una entrada bastante suave –en lugar de comenzar directamente a saco con análisis sesudos de la realidad y mi desagradable visión del mundo, he preferido reinsertarme en esto con una simpática recomendación– y desde luego no prometo mantener un ritmo de actualización de vértigo. Pero al menos espero que no pasen otros cuatro meses hasta la siguiente cosa que se me pase por la cabeza estampar aquí.