lunes, 7 de octubre de 2013

Apadrina un reloj: el curioso caso de 13 TV

Suelo tener por norma no meterme con (ni, yendo al otro extremo, alabar porque sí) lo que no conozco bien. Pero hay pequeñas anécdotas que, a veces, lo mosquean a uno. Como una cadena de televisión cristiana que anima a apadrinar niñas por 18 euros al mes y acto seguido te planta un lujoso reloj que cuesta un pastizal en los morros.

Porque ellos también necesitan amor. / business2community.com

viernes, 19 de abril de 2013

Adéu o el relat maleït

El següent relat no ha estat acceptat en cert concurs perquè suposadament "és contrari al bon nom, prestigi o imatge" de l'empresa que el patrocina o "fa publicitat de tercers". No tinc ni puta idea d'on és, això, però com que passo de reescriure'l (potser perquè el censor el torni a trobar ofensiu i tingui cada cop menys temps per fer-ne un de nou) el penjo aquí. Gaudiu de la meva diatriba extremadament obscena i publicitària (?) contra el transport públic barceloní. El proper relat que escrigui tindrà unicorns i ossets de peluix i serà la sublimació del puke rainbows.

En fi: adéu, Adéu, permet-me que et tanqui en aquesta tomba oberta i descarnada com tu mateix, despullat i amb els vicis a flor de pell. Potser algú t'estimarà algun dia, encara que hagis estat una ignominiosa víctima de la burocràcia i les bones pràctiques.

miércoles, 23 de enero de 2013

La cultura del fracaso

Hace poco, por cosas que no vienen al caso y que no recuerdo del todo, comencé a interesarme por la cultura del fracaso. Es decir, y tal y como yo lo entiendo, por la naturalización del error en tanto que constituye un intento de emprender algo, y no como muestra de que uno es un inútil.

Después de leer varios posts aquí y allá lamentando que en este país no existe una verdadera cultura del fracaso, que quien se equivocó una vez es un apestado, mientras que en Estados Unidos se considera incluso deseable haber caído un par de veces (quiero creerlo) por todo aquello que se aprende y todo lo que demuestra de una persona (perseverancia e ilusión, sin ir más lejos) he decidido aportar mi granito de arena. O mi muro de palabras.