sábado, 21 de enero de 2012

A través del espejo

Te observas al espejo y te parece ver, entre los mechones del flequillo de recién levantado, la cicatriz que poco a poco ha ido desapareciendo. Es casi imperceptible, y seguro que nadie sabe que la tienes. En su momento parecía un tiro. Ejecutado estando en primaria. Imposible que sucediera en tu ciudad.

En realidad no fue más que una caída, y la piedra buscó su hueco en tu interior, cortando la carne blanda que no deja de ser máscara. Seguro que ahora es menos que una muesca, pero logras imaginar tu cráneo un poco agrietado, resquebrajado allí donde la piedra se clavó. Te pusieron unos cuantos puntos. Chorros de alcohol que pica. Y parad ya, ponedme una tirita. Sin recordar en ese momento, o quizá ignorándolo, que los hay que se rompen brazos y piernas y lo pasan peor. Los hay que están verdaderamente mal. Y les duele. Les duele mucho.

Que se jodan, es de ti de quien estamos hablando ahora.